Llegamos al momento cumbre: subida por la banda izquierda, intento de recortar hacia la derecha, mi cuerpo va a ese lado, pero mi pie izquierdo se clava en el suelo. Oigo un chasquido (crackkkk) y pal banquillo, con B. Pese a que me dolía pensé que sería una de mis típicas dolencias. No se me quitó la cojera en toda la mañana, pero vaya, aguanté el tirón.
El resto fue cuesta abajo: quedé eliminado en 1ª ronda al futbolín, de pareja con P., la profe de biología. Tampoco pasaba nada, no me apetecía estar de pie y el futbolín no es algo que me apasione. Prefería estar sentado en una de las butacas, con buena compañía (como me dijeron, cuanto mayor sea la dolencia, más chicas están a tu alrededor :p), mi bote de Acquarius y conguitos (B. aseguró que era lo mejor, junto con los frutos secos, para las agujetas que tendríamos tanto ella como yo como C., mi compi, que echó dos carreritas, y A., de música, que entró como una flecha y su fuego se fue apagando conforme fue perdiendo oxígeno, jeje).
A eso de las 12 llegó el partido estrella de fútbol. Quise jugar, y de hecho empecé: como portero y sin moverme demasiado, eso sí. Me metieron un gol, pero no tuve la culpa, me fusilaron tras una pérdida de balón justo delante de mí del profe sustituto de Plástica. En los segundos cambios, el profe de E. Física (el de turno completo, I.) me sustituyó y ya no jugué más :-(
A las 13 horas, después de nuestra remontada (2-1) y primera victoria (bueno, segunda, también habían ganado al fútbolín M., la secretaria, y M., de Tecnología) tocó el basquet, donde la estrella de nuestro equipo fue A., de E. Física, con sus más de metro noventa. Huelga decir que ganamos, claro.
Ya para entonces estaba más en labores de profe-guarda de seguridad que de otra cosa. La única nota negativa la puso el imbécil (o impresentable) de A., de 1º C, que tiró un petardazo a la pista y tuvo que venir su hermana para llevárselo. Y que los chicos querían salir y no les podíamos dejar irse (órdenes del jefe, aunque no las compartamos). B. y yo, apostados en la puerta principal, hacíamos el tapón por nuestro lado. Otros profes vigilaban las puertas de las gradas.
A eso de las 2 menos cuarto, los profes que quedábamos nos fuimos a un bar (con un diseño de paredes tipo cebra, muy "fashion") a tomar unas cervezas, coca colas y cervecitas. Estuvo genial. Si algún día me decido a decirles a mis compis que hago esta página, deberían de saber que gracias a ellos en parte me encanta ser profe, y sentirme parte de algo, y no fuera de lugar como en la gran mayoría de ocasiones.
El resto fue cuesta abajo: quedé eliminado en 1ª ronda al futbolín, de pareja con P., la profe de biología. Tampoco pasaba nada, no me apetecía estar de pie y el futbolín no es algo que me apasione. Prefería estar sentado en una de las butacas, con buena compañía (como me dijeron, cuanto mayor sea la dolencia, más chicas están a tu alrededor :p), mi bote de Acquarius y conguitos (B. aseguró que era lo mejor, junto con los frutos secos, para las agujetas que tendríamos tanto ella como yo como C., mi compi, que echó dos carreritas, y A., de música, que entró como una flecha y su fuego se fue apagando conforme fue perdiendo oxígeno, jeje).
A eso de las 12 llegó el partido estrella de fútbol. Quise jugar, y de hecho empecé: como portero y sin moverme demasiado, eso sí. Me metieron un gol, pero no tuve la culpa, me fusilaron tras una pérdida de balón justo delante de mí del profe sustituto de Plástica. En los segundos cambios, el profe de E. Física (el de turno completo, I.) me sustituyó y ya no jugué más :-(
A las 13 horas, después de nuestra remontada (2-1) y primera victoria (bueno, segunda, también habían ganado al fútbolín M., la secretaria, y M., de Tecnología) tocó el basquet, donde la estrella de nuestro equipo fue A., de E. Física, con sus más de metro noventa. Huelga decir que ganamos, claro.
Ya para entonces estaba más en labores de profe-guarda de seguridad que de otra cosa. La única nota negativa la puso el imbécil (o impresentable) de A., de 1º C, que tiró un petardazo a la pista y tuvo que venir su hermana para llevárselo. Y que los chicos querían salir y no les podíamos dejar irse (órdenes del jefe, aunque no las compartamos). B. y yo, apostados en la puerta principal, hacíamos el tapón por nuestro lado. Otros profes vigilaban las puertas de las gradas.
A eso de las 2 menos cuarto, los profes que quedábamos nos fuimos a un bar (con un diseño de paredes tipo cebra, muy "fashion") a tomar unas cervezas, coca colas y cervecitas. Estuvo genial. Si algún día me decido a decirles a mis compis que hago esta página, deberían de saber que gracias a ellos en parte me encanta ser profe, y sentirme parte de algo, y no fuera de lugar como en la gran mayoría de ocasiones.